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Sueños incompletos


Acción
Primera quincena de Noviembre de 1990

Sueños incompletos





Canta como quien le habla en voz baja a alguien de mucha confianza. Los temas de sus canciones tienen que ver con las imposibilidades, los deseos que no llegan a estallar con plenitud, las cosas que se quiere decir y siempre quedan por la mitad.

Nazim Hikmet, el poeta turco de los mares nunca vistos, aconsejaba a los ilusos confiar más en las canciones que en los hombres que las hacen: los hombres traicionan, las canciones son fieles para siempre. Silvina Garré, la cantante rosarina de los ojos nunca vistos, parece tan fiel como sus canciones, a tal punto que a veces su vida se confunde con las letras que escribe, las letras con sus sueños, sus sueños con el próximo disco, con el amor y los aplausos. Ella sabe muy bien de qué se trata. “Escribo –dice a Acción autodefiniéndose- sobre las cosas que yo quisiera que sucedan, sobre todo aquello que la gente piensa en soledad, eso que no se puede charlar con cualquier persona, o sobre lo que uno mismo reflexiona a la noche cuando está solo. El tema que más me interesa tratar es aquello que se niega, lo que a uno le cuesta comunicar, los imposibles que todos tenemos.”

Basta un rápido repaso por su más reciente álbum –que lleva por título su propio nombre-, para constatar que efectivamente es así. Son canciones que aluden a los sueños incompletos de todos nosotros (que vivimos inmersos en una vida demasiado cotidiana), a las dobles traiciones de ciertos hombres que no escuchan ni quieren saber lo que le pasa a los demás; canciones que exploran, también, historias tristes: ella es un avión de carga/ un ancho de espadas falso/ una niña en extinción que llora y llora/ un tic-tac que está por explotar/ Ella cruza la avenida/ y se castiga y no consigue paz/ y ya no puede dormir sin pastillas. Silvina Garré no necesita pastillas para dormir. Apenas le alcanza leer alguna frase de Nietzsche, y ya se siente bien. “Me emociona y me hace pensar –dice-; él propone un montón de cosas que a lo mejor no son aplicables al mundo, pero sí al pensamiento, a la vida interna, a mis canciones.”

La entrevistada está por adentro de sí misma, y ahí está su fuerza. Ya tenía ese poder, fuente de toda seducción, cuando hace 10 años se vino a Buenos Aires junto a la barra rosarina (Adrián Abonizio, Fito Páez, Jorge Fandermole), cuando acompañaba a Juan Carlos Baglietto en temas tan olvidados ahora como El gigante de ojos azules, del ya citado Hikmet. Ella no es gigante, pero sus ojos pueden llegar a ser azules o grises extraordinariamente claros. Y como el personaje de la canción, quiere trascender más allá de los jardines de temblorosas madreselvas. “Yo creo en la trascendencia, en la necesidad de hacer algo importante, en una posibilidad de cambio que no deje morir a los sueños, a la ilusión que necesitamos para vivir”, generaliza.

Silvina no está cansada de guerras, como Teresa Batista, y en vez de aceptar así como vienen los tiempos modernos, prefiere mirar un poco hacia atrás, con una ligera dosis de nostalgia. “Yo creo que ahora todo está muy dormido, que no pasan muchas cosas estimulantes para pensar. Por todas partes se ve una gran competencia, poderíos económicos que se sacan los ojos, y mucha falta de imaginación. Musicalmente, incluso, hace muchos años que no aparece algo que dé vuelta todo como Los Beatles, o en parte como Police. Ahora todo parece gobernado por las necesidades primarias. Uno tiene hambre, o ganas de ir al baño, y no se puede aguantar. En cambio se supone que los sueños se pueden aguantar, la fantasía, las ilusiones. Yo a veces lucho conmigo misma y me digo: ‘tengo que soñar, tengo que ver alguna lucecita’. Pero la respuesta de la gente es ‘y total para qué, para qué tener proyectos en un país sin futuro’. Yo en cambio pienso que hay que proyectarse, porque de lo contrario, viviendo sólo en el presente, nos sumergimos en una especie de abulia”, advierte.



Ella, en cambio, tiene ideas y proyectos. Mientras da los últimos toques a sus recitales del 9, 10 y 11 de noviembre en el Teatro Ópera, ya está pensando en un próximo disco de temas propios y en otro con canciones “de un autor argentino” cuyo nombre se niega a revelar “para no matar la sorpresa” dice enigmática. Se ejercita, además, en un mejor manejo de su cuerpo sobre el escenario, algo que había descuidado “porque siempre fui muy introvertida” –explica- y acaso también por esa propensión que tenemos todos los argentinos a dar más importancia a los contenidos, por ejemplo a la letra de una canción, que a un paso de baile que la acompañe o la subraye.

Garré, que admira a Ella Fitzgerald, Elis Regina o Joni Mitchell (entre otras cantantes gigantescas), no se propone alcanzar a las diosas en su olimpo sino seguir su propio camino hasta convertirse ella misma en una diosa o algo parecido. Por lo pronto, sin embargo, su meta es modesta: “quiero que los años que voy a vivir sean los mejores”, dice, como quien habla del más hermoso de los mares.”

Luis Gruss
Fotos: Jorge Labraña
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