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Silvina Garré con más tiempo para armar sus piezas


Clarín Espectáculos
Domingo 21 de octubre de 1990


Silvina Garré con más tiempo para armar sus piezas

En noviembre presentará en vivo su nuevo álbum




El 9, 10 y 11 de noviembre, Silvina Garré presentará los temas de su nuevo álbum en el teatro Ópera. La intérprete habla de los arreglos que le escribió Lito Vitale y da los porqués de la convocatoria a un director de puesta, Héctor Kohan, y un coreógrafo, Osvaldo Ross. La rosarina da un valor fundamental al buen uso del tiempo; manifiesta que poder armar su carrera sin apremios de horas es un factor fundamental de su presente. Reivindica el hablar siempre de ella misma. “Creo que es hacerse cargo de uno”, precisa.


- 1988 fue el año del disco Otro cuerpo más y el de tu lanzamiento como autora. 1989, la temporada de la reunión con Baglietto. ¿Cuál es la clave del ’90?

- El montaje de un disco y de un show integral con una base fundamental: todo el tiempo para armar las piezas a mi modo. Sin corridas, sin medir horas de estudio, sin grabar con músicos que no son puntualmente los que quiero, sin estar pendiente del dinero. Necesitaba parar y paré. El año pasado, con sus giras, sus urgencias, me había dejado mal.

- ¿Tan fundamental es el manejo de los tiempos?

- Diría que los tiempos y la libertad para encarar producciones más o menos a mi antojo. Creo que llegué a un punto ideal: grabé el disco sólo cuando estuve segura de mi repertorio, cuando reuní la banda que pretendía y encaré el show, cuando contratamos al coreógrafo y al director que buscaba. En esta época, donde nadie está conforme con nada, puede parecer raro o petulante confesar esto, pero es verdad: todo está saliendo como quise. En la compañía discográfica me esperaron. Lito Vitale no tardó veinte segundos en decir “sí” cuando lo convoqué para que hiciera los arreglos. ¿Se puede pedir algo más?

Seguramente no. A menos de diez años de su aparición Silvina Garré tejió una carrera potente y con rasgos personales. Ubicada como una baladista múltiple, con una buena mixtura de elementos melódicos y pop, la rosarina ya podría ufanarse de bastante. Hace días que salió su nuevo disco, la aguarda una serie de conciertos en Buenos Aires y más tarde por todo el interior. Además fue elegida como primera invitada especial del ciclo Los Muvis, que esta misma tarde dará comienzo. La conversación se desarrolló durante la grabación del programa en un amplio centro televisivo de San Isidro, en el bar contiguo al estudio principal. Nosotros un café, Silvina, una gaseosa, un sándwich. “No tengo tiempo ni para comer”, nos dirá. Tan frágil como aparenta ser –un junco con dos enormes y azules ojos arriba-, la cantante desmiente su apariencia con apostura. Durante la conversación es consultada por asistentes del programa infantil y ella misma aconseja qué hacer, qué contestarles a los simpáticos monstruillos, con los que jugará algunas escenas en minutos.

- Tres nombres son fundamentales para esta etapa. Lito Vitale, como arreglador del material, Héctor Kohan, el director de tu espectáculos y Osvaldo Ross, el coreógrafo del show. ¿Por qué ellos?

- Con Lito hay códigos en común, una manera de sentir la música parecida. De antemano hay algo a favor: le gustan mis canciones; de allí en adelante es sencillo. Con él no hay tanto que hablar. Cuando llegó la hora de buscar “un” músico, no dudé. Lito le dio al material el sonido amplio, compacto que buscaba. Desde fines de febrero trabajamos codo a codo. Primero hicimos veinte versiones. Sólo piano y mi voz. Quedaron doce. Sólo después empezó el período de los arreglos. Vuelvo al tema de la libertad horaria: el álbum se cocinó en el estudio que Lito tiene en su casa. Resultado: ausencia de tensiones, de pensar “ahora lo tengo que dejar, hay otros que esperan grabar”. La convocatoria a Kohan y Ross surge de necesidades más ligadas a la razón que al afecto.

- ¿Cuáles son ellas?

- Quise un director porque la idea no es sólo montarnos en el clásico esquema de recital. Yo misma me resistía. Siempre pensé que, cuando una cantante convoca a un director de puesta es porque quiere tapar deficiencias en su repertorio o en su voz. Ahora opino distinto. Kohan –quién llegó al show por idea de mis productores- armó un esquema global muy fuerte. Cada canción tendrá una resolución distinta. Con Kohan voy descubriendo aspectos desconocidos de lo que es el gran espectáculo. Pero la sorpresa es el coreógrafo.

- ¿Qué es, entonces, lo que Ross te revela?

- Nunca supe muy bien qué hacer con mi cuerpo en el escenario. Era así, espontánea, muy en la línea del rock, donde lo que importa es estar en el escenario y ¡pum!, tirar todo lo tuyo a la gente, sin que importe tanto el cómo. Creo que el cuerpo no puede estar disociado con lo que se canta. Ross colabora para que, en cada pieza, adopte una posición acorde con lo que narro. Estoy empezando a gustar de las mínimas disciplinas que te impone un coreógrafo, las órdenes del tipo “te movés de aquí hasta allá”, o “cuando llega este acorde te colocás así”. Incluso me acabo de enterar de que puedo bailar. Y hasta hacerlo con cierta gracia.

Su disco nos pareció melancólico, impregnado de un sabor a adiós apenas sugerido, pero visible. Silvina no sabe si asentir o sorprenderse. Hablamos de algunas canciones: En esta noche, Avión de carga, Beso de cuerdas. De esos climas aparentemente autobiográficos siempre en los que, una y otra vez, se mencionan sueños que no se cumplen, nostalgias, amores que parecen no llegar nunca.

- En cuanto a lo de tristeza, no creo. En todo caso diría que es serio. En esta noche –y lo reconozco- lo escribí durante un bajonazo; es una balada opresiva, dura. Con respecto al estilo, es verdad que compongo a partir de mí y en primera persona. Creo que es hacerse cargo de uno y, a partir de ahí, de las historias de otros.

Por: Leonardo Coire
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