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Cuando las canciones son buenas nunca pasan, no tienen edad ni tiempo

Fuente: Diario El Tribuno de Salta| Miércoles, 07 de Julio de 2010.
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“Cuando las canciones son buenas nunca pasan, no tienen edad ni tiempo”


Su voz nítida e inconfundible emocionó a varias generaciones con temas propios como “Reinas de pueblo grande” o “Diablo y alcohol”; o prestados, como “Canción del pinar”, de Fandermole. Estas y otras canciones inolvidables volverán a sonar en vivo hoy en Salta, en el concierto “Juntos”, que Silvina compartirá con otro ícono de la música nacional, Nito Mestre, hoy a las 21.30, en el Teatro del Huerto. Garré y Mestre se presentarán en Salta.

Surgida como la voz femenina de la denominada Trova Rosarina que Juan Carlos Baglietto encabezó en los 80, Silvina Garré se afianzó en los roles de intérprete y autora hasta adquirir dimensión propia dentro de una camada también integrada por Fito Páez, Jorge Fandermole, Adrián Abonizio, Lalo de los Santos y Rubén Goldín, entre otros.

A pocas horas de su actuación en nuestra provincia la cantautora dialogó con El Tribuno y expresó: “Feliz de regresar a Salta después de muchísimos años de ausencia”.

¿Cómo es cantar con Nito Mestre después de un pasado compartido? Porque los dos fueron protagonistas en la época de efervescencia del rock nacional...

Es muy placentero cantar con Nito, es un músico al que yo admiro y respeto muchísimo. Ha sido y es un gran compañero de trabajo, porque hace más de un año que comenzamos con este espectáculo. Ya hemos hecho muchísimos conciertos. Tenemos afinidad musical y compartimos una estética y una ética de trabajo. Inclusive, su equipo de músicos es fabuloso. Es muy cómodo y fácil subir al escenario con él. Siento como si hubiésemos cantado toda la vida juntos y creo que, musicalmente, hemos armado un show muy lindo, muy completo.

¿De qué se trata el espectáculo?

Es un show muy dinámico, porque estamos cada uno con nuestra banda, pero no actuamos en bloques separados. Estamos entrando y saliendo; él canta temas míos y yo temas suyos. Después hacemos canciones con todos los músicos en escena, los de su banda y la mía. Cada uno eligió los temas que más le gustaban del repertorio del otro. De alguna manera, es un espectáculo que tiene las canciones más importantes de ambas carreras.

¿Te molesta que se asocie este tipo de espectáculos solamente con la nostalgia?

No me molesta porque son opiniones. En realidad, nuestras carreras, nuestra energía y nuestro trabajo actual es muy importante. Seguimos creando, grabando discos. Por supuesto que si dos artistas se juntan para cantar, lo lógico es que hagan los temas más famosos de sus respectivas carreras. Creo que hacer las canciones que le gusta escuchar a la gente no tiene que ver con la nostalgia, tiene que ver con la generosidad y con que a mí me gusta seguir cantando muchas de esas composiciones. Casualmente, mi último disco se llama “Canciones sin tiempo” y define muy bien esto.

La nostalgia tiene que ver con un tiempo pasado, con rememorar algo que ya pasó. Cuando las canciones son buenas nunca pasan, no tienen edad ni tiempo.

Seguís componiendo...

Sí. Y también haciendo shows en vivo y grabando un disco nuevo que terminé esta semana y está listo para mezclar y editar. Son 14 canciones de Litto Nebbia, producidas y arregladas por él y cantadas por mí. Y para enero empiezo a grabar un disco nuevo con mi banda también.

La Trova Rosarina ¿cómo quedó grabada en tu vida?

Es un recuerdo súper agradable. Tiene que ver con mis inicios en la música, con haberme venido a Buenos Aires, con los primeros escenarios y con un momento de mucho aprendizaje. Fue una época intensa en la que trabajamos a fuerza de muchas emociones. Y yo tuve la oportunidad de cantar con músicos muy talentosos.

Tus canciones tienen gran vuelo poético. ¿Sos una asidua lectora de poesía?

Sí, me encanta la poesía. Adoro a una poetisa uruguaya que falleció hace muy poco, llamada Idea Vilariño. Es maravillosa. También me encantan Borges y Paul Leloir. Hay varios autores que me apasionan. En las canciones trato que haya vuelo, que haya metáforas. No soy particularmente una contadora de historias o anécdotas, sino que me interesa jugar con lo simbólico. Escribo poesía desde que soy adolescente. Ya edité un libro y tengo otro terminado. Valoro muchísimo los giros poéticos en las letras de las canciones. En el folclore mismo hay una calidad melódica y lírica maravillosa, con autores inolvidables y eternos como Manuel J. Castilla, Lima Quintana, Atahualpa Yupanqui... En el tango y el rock también. Nuestra música se caracteriza justamente por su riqueza poética y armónica. Tenemos muy buenos compositores.

Son vetas interesantes, porque también hay mucha canción pasatista...

Claro, pero eso tiene que ver con la variedad y el equilibrio que se da no sólo en la música, sino en cualquier expresión artística. Y también en el género humano. Entre nosotros hay gente más profunda y gente más superficial. Creo que entre todos se arma la máquina. A mí me gusta que el arte sea transformador, que genere belleza. Pero algunas canciones pueden ser muy buenas (bien tocadas, con buen ritmo) sin invitar a la reflexión o a la profundidad.

¿Cuándo te diste cuenta que la música podía ser tu profesión?

Me di cuenta cuando nos vinimos desde Rosario a Buenos Aires con Juan Carlos Baglietto, Fito Páez y Lalo de los Santos. Hasta ese momento yo sabía que la música era lo que más amaba, era mi vocación, pero no que iba a ser mi profesión. A partir de conocerlo a Juan tuvimos ofertas concretas de trabajo, de grabaciones y de shows y empezamos a vivir de esto.

No tuve mucho tiempo de pensar en otra opción porque nos vinimos a Buenos Aires al año siguiente de yo terminar la escuela secundaria.

Después estudiaste psicología...

Sí, como doce años después de llegar a Buenos Aires. Ya había grabado varios discos y vivía de la música. Me decidí a estudiar porque me interesa muchísimo el psicoanálisis y eso me impulsó a ir a la universidad y a terminar la carrera. A partir de ahí trabajo como psicóloga también. Me apasiona.

¿Qué tipo de sentimiento te une con la Argentina?

Yo tengo pertenencia con los afectos; donde están mis afectos es mi lugar. Argentina es mi país. Pero siempre digo que yo me puedo mudar sin drama. He vivido en otros sitios porque siento que uno tiene que estar en el lugar donde puede hacer lo que ama.

En algún momento sentí que quería experimentar vivir en otro lado, rearmar una casa, un grupo de amigos... Me fui a Estados Unidos. Fue un ejercicio de mi libertad que me aportó muchísimas cosas. Fue una experiencia riquísima.

Le cantaste mucho al amor y al desamor. ¿Sentís que vale la pena seguir enamorándose en pleno siglo XXI?

Sí, el amor siempre es valioso y perfectible, porque uno va eligiendo, va teniendo vínculos más sanos. Cuando el ser humano tiene una buena relación, la vida se hace mucho más fácil.
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